Una enzima es una proteína que cataliza (es decir, es una sustancia que, sin consumirse en una reacción, aumentan notablemente su velocidad) las reacciones bioquímicas del metabolismo. Las enzimas actúan sobre las moléculas conocidas
como sustratos y permiten el desarrollo de los diversos procesos celulares. Ello hace posible que en condiciones fisiológicas
tengan lugar reacciones que sin catalizador requerirían condiciones extremas de
presión, temperatura o pH.
Enzima Triosafosfato Isomerasa |
Es importante determinar
además de todo lo expuesto que las enzimas se caracterizan por contar con una
serie de señas de identidad propias que las determinan en todos y cada uno de
sus aspectos. En este sentido podemos exponer, por ejemplo, que poseen la
capacidad para contar con unos tamaños muy diferentes de tal modo que hay desde
las que tienen 2.500 aminoácidos hasta las que, sin embargo, rondan los 50.
Y además poseen elementos
fundamentales para su funcionamiento tales como el centro activo o la cadena de
aminoácidos, entre otros muchos más.
Es importante destacar que
las enzimas no modifican el balance energético ni el equilibrio de aquellas
reacciones en las que intervienen: su función se limita a ayudar a acelerar el proceso.
Esto quiere decir que la reacción bajo el control de una enzima alcanza su
equilibrio de manera mucho más rápida que una reacción no catalizada.
Se estima que las enzimas
catalizan cerca de 4.000 reacciones bioquímicas diferentes. Existen distintas
moléculas que afectan la actividad de las enzimas. Se conoce como inhibidor
enzimático, por ejemplo, a la molécula que impide la actividad de la enzima o
que disminuye su efecto. Existen fármacos y drogas que actúan como
inhibidores. Los activadores enzimáticos, en cambio, incrementan su
actividad. Hay que tener en cuenta que el pH, la temperatura y otros factores
físicos y químicos inciden en la actividad enzimática.
Cada enzima, en particular, afecta a su sustrato específico. La especificidad de las enzimas es posible debido a su estructura, que les permite unirse sólo a ciertos sustratos.
Cada enzima tiene una forma
tridimensional característica con una configuración especial en su superficie.
Las enzimas son eficientes
en extremo. En condiciones óptimas, pueden catalizar reacciones que van de 108
a 1010 (más de 10 billones de veces) más rápido que las reacciones
equiparables que se presentan sin las enzimas.
En el gran número de
moléculas presentes en una célula, una enzima debe encontrar el sustrato
correcto, además muchas de las reacciones se generan en un ambiente acuoso y a
temperaturas relativamente bajas, lo cual no favorece el movimiento rápido de
las moléculas.
Por lo general, los nombres
de las enzimas terminan con el sufijo asa, dependiendo de su función, así
existen, por ejemplo; transferasas, oxidasas, hidrolasas, etc.
Algunas enzimas están
formadas por completo de proteínas. Sin embargo, la mayor parte de las enzimas
contienen una proteína que se llama apoenzima, que es inactiva sin un
componente no proteíco llamado cofactor. Juntos, la apoenzima y el cofactor
forman la holoenzima activada o enzima completa. El cofactor puede ser un ión
metálico.
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